sábado, 19 de abril de 2014

Un jardín entre la niebla VI: 90 años, mucho cariño, alzheimer y ningún recuerdo.


Un mes y 15 días es lo que lleva gūelita en la residencia y ya lo llama "mi casa". No fue nada fácil tomar la decisión para sus hijos. Barajaron todas las posibilidades habidas y por haber pero la poca mobilidad y el tener que observarla las 24 horas al día, hacia inviable el seguir cuidando de ella personalmente, más cuando tanto mi madre como mi tía tienen nietos de los que hacerse cargo y sus cuerpos ya no tienen la fuerza necesaria para afrontar tanto trabajo. Aún a su pesar, tomaron esa difícil decisión, le dieron plaza en una residencia situada lejos de casa pero de momento no había otra opción que aprovecharla. Tres veces a la semana llevan haciendo un trayecto de algo más de 100 km ida y vuelta para ir a ver como está. 
La vida a veces tiene la costumbre de poner difíciles las cosas, diría yo que hasta parece burlarse de uno y como si de una broma macabra se tratase, justo el día en el que hacía 67 años daba a luz a su segunda hija, mi madre, ella misma debería "abandonar" a su madre. Digo abandonar porque me consta que ese era el pensamiento y la sensación que mi mamá tenía y aunque se harta de decirnos que ella no quiere darnos problemas y que quiere que la dejemos en una residencia, no piensa que sea la mejor opción para su madre. Ahora entenderá mejor nuestro enfado cuando nos dice eso de la residencia.
Ayer gūelina cumlió 90 años y sus hijos, nietos y bisnietos fuimos a celebrarlo con ella. Los de la residencia quedaron boquiabiertos cuando nos vieron a todos llegar y eso que todos no pudieron ir. Éramos 19 personas entrando en tropel a buscar a gūelina. Después de comer en la residencia, fuimos a dar un paseo al parque. Una tarde que quedará grabada a fuego en nosotros y que no olvidaremos. Me consta que en la residencia cuidan muy bien de ella, ponen al día a sus hijas de sus peripecias y que ella está allí contenta pero gūelina no está por la labor de hacer nada fácil y como buen genio y figura sigue haciendo de las suyas. A la hora de comer, no hay forma de que pruebe bocado, todo lo escupe y en consecuencia está adelgazando más de la cuenta, ya no saben como hacer para que coma. El único que consigue que coma algo es su hijo, tiene que hacer que se enfada mucho con ella y regañarla como si de una niña se tratase, de ese modo come, pero solo un poco. A si que esta semana irá todos los días a la hora de comer para obligarla.
Mi cometido con ella siempre es el mismo, darla todo el cariño y sacar una sonrisa a su alzheimer, aunque como ya sabréis los que habéis leído mis otras historias, la mayoría de las veces es ella la que nos saca una sonrisa a nosotros pasando por encima de sus olvidos.
Ayer al llegar y vernos, mientras nos besaba uno a uno decía: "No me acuerdo de quienes sois pero sé que me queréis mucho" como no soltar tan solo una lagrima con esas palabras, no delante de ella, ni delante de nadie, no en ese momento, ese momento solo había lugar para la sonrisa. De lejos ve a mi marido y dice: "¡Ay! Mi gordito" al acercarse a besarla le dice "gordito, sé que te conozco pero no me acuerdo". Mi marido es fuerte, ancho de hombros y no sé si ese fue el motivo de recordar a alguien o simplemente se acordaba de él. 
El entorno natural donde está situada "su casa" es verde, con montañas y quizás eso sea uno de los motivos por los que se cree en casa, hasta ahora no le había pasado en casa de ninguna de sus hijas. Rodeada de naturaleza en todo su esplendor, como en Asturias, su tierra. Quizás por eso, nada más salir sus primeras palabras  fueron: "¡Ay! Mi casa" aquello nos hizo sonreír a unos cuantos y a mi, una sensación de que ella, mi mamina, al fin encontraba su paz.


En el parque empecé una conversación con ella, como siempre hago, aprovechando el tiempo. Su única obsesión era coger nuestras manos y besarlas, demostrar su cariño. Aproveché para intentar hablar con ella de por que no come bien, pensé que quizás la haría aunque solo fuera por un momento entrar en razón y lo único que conseguí fue sacar su genio a pasear al parque.
"- Mamina, ¿Por qué no comes?
- ¡Anda! Porque no me da la gana.
- ¿Pero no ves que te estás quedando muy delgadina?
- ¡Coño, pues eso es lo que quiero!
- ¿Pero es que no te ves en el espejo? Ya estás demasiado delgada.
- ¡Si hombre! 
Y dándose palmadas fuertes en sus muslos dice:
- ¡Mira que pantorras!"
A pesar de lo grave de la situación yo solo pude reírme de sus contestaciones y pensar lo de siempre, ese genio no se lo va ha quitar nadie.


El día estuvo lleno de emoción, de sonrisas, de recuerdos forjados para el resto de nuestros días. Sabemos que a partir de ahora será un camino duro, muy duro. Habrá mucho sufrimiento por eso es tan importante forjar esos recuerdos, esas sonrisas para que nos den fuerzas en los momentos más difíciles. 
Estas experiencias son las que nos enseñan lo importantes que es aprovechar cualquier momento con nuestros seres queridos, nunca sabes si será el último.

Mar.

sábado, 12 de abril de 2014

Agradecido gesto de un rottweiler ¡Gracias Saeny!

Un simple gesto puede hacer que te emociones hasta limites insospechados. Siempre esperas que un bello gesto sea de mano de una persona, alguien conocido o incluso a veces de alguien a quien no conoces, pero es más difícil, en general, pensar que ese gesto te lo dé un animal. No para los que en algún momento de la vida hemos tenido la compañía de algún animal, para nosotros no hay duda de que son capaces de regalarnos maravillosos gestos. Siempre escuché o incluso vi lo que son capaces de hacer los perro guía pero hasta ayer no entendí del todo, aunque lo imaginase, el vínculo tan fuerte que se crea entre el perro guía y la persona. Algunos perros simplemente por ser de una raza determinada nos crean miedo por los prejuicios de alguna noticia en la que son violentos. Desde ayer, estoy convencida que no son violentos por raza, sino por otros factores que les rodeen.
Ayer fue uno de esos días en que la fibromialgia no te deja moverte en condiciones. Tenía cita con mi doctora y la entrada al centro está junto a un parque. Mientras cruzaba la calle, arrastrando los pies y con andares lentos, del parque salía una chica con su perro, un rottweiler de unas proporciones impresionantes. No sé su nombre, a si que para mi será Saeny, en recuerdo a un gran perro, de similar raza que tenía mi abuelo y que recuerdo porque su tamaño era tan grande como su bondad. Mi reacción al verle fue de precaución, empecé a andar más despacio si cabe y observar su reacción. Saeny se paró y se quedó mirándome fijamente, incluso ladeaba la cabeza en un gesto que a mi me pareció de compasión por mi, en un gesto tierno. Al momento se acercó a mi, yo me paré. Cuando llegó a mi altura, acarició con su lomo mi pierna y se quedó a la altura de mi mano, se paró, levantó la cabeza para mirarme y después bajó la cabeza. Pensé que quería unas caricias pero antes de hacerlo, miré a la chica como pidiendo su permiso y ella me dijo: "quiere que le cojas del collar". Sin mediar ni una sola palabra por mi parte, le agarré del collar y para mi sorpresa, Saeny empezó a tirar de mi, llevándome hacía su compañera, la chica. Al llegar a su altura, el animal la miró, como pidiéndole permiso y ella le dijo: "llevalá" la chica me miró y me sonrió, dándome confianza. No supe decir nada y Saeny empezó a tirar de mí, despacio, intentando que su fuerza me facilitara la movilidad y me subió toda la cuesta que hay en la entrada al centro sanitario hasta llegar a la puerta. Al llegar me dio con la cabeza en la pierna con un gesto que yo entendí como: "entra", le solté y entré. Al pasar las puertas correderas, me giré y observé como bajaba la cuesta hacia ella. 
Me quedé sin palabras, no supe dar las gracias a ambos, emocionada y casi con lagrimas en los ojos, entré al centro pensando en lo afortunada que acababa de ser por vivir una experiencia tan bella. 
Ahora solo pienso en volver a encontrarme con Saeny y su compañera para darles las gracias como merecen. Un gesto desinteresando, no esperaban mis gracias pero su gesto lo merece y su altruismo infinito y reconfortante.
La vida está llena de esos pequeños momentos que te hacen feliz y alguno llega a marcar un antes y un después. Ese momento fue uno de esos que marcan y que llevaré conmigo siempre. 

          

Mar, rosa azul.

lunes, 7 de abril de 2014

Libre por un instante...

"Sé libre un instante y lo serás siempre, pues siempre es un instante" 

Una frase que elegí entre muchas en el puesto de un artesano, escrita en un marcapáginas. 

Y así elegí que fuera la mañana de domingo, libre, sincera, sencilla y llena de instantes inolvidables, esos instantes que se vuelven recuerdos, bellos recuerdos que acumular en la mente para hacerte fuerte en esos momentos débiles y austeros en alegría.

            

Pasear por el rastro es volver a la infancia, aquellos momentos inolvidables de la mano del abuelo Manolo que buscaba entre puestos aquel libro, revista o utensilio que mereciera la pena ser recuperado. Aquellos cromos que faltaban de una colección o un transistor nuevo para la alcoba.
Pero también es volver a la juventud, aquella etapa que paseando con mi novio, rebuscando entre montones alguna pieza para su ordenador, aquellas navajas multiuso para llevar en nuestra próxima salida de acampada o algún disco de vinilo que añadir a nuestra larga colección.
En el presente, vuelvo de la mano del que ya es mi marido, buscando entre puestos, todo y nada. El mirar los rincones, su gente, las vivencias que se acumulan en las calles. Conversaciones cruzadas que te hacen cómplice del bullicio y su alegría. Cada puesto es un pequeño mundo artesanal, un mundo lleno de ideas, imaginación, recuerdo, insólito, necesario y tantos y tantos calificativos.

             
   

Hoy confirmé que la vida está hecha de pequeños momentos, instantes que te dan la libertad de ser tu mismo. Poner color a los instantes y que a pesar de las dificultades siempre hay tiempo para ese momento, ese instante donde te sientes libre para ser feliz. 

Mar, rosa azul.




miércoles, 2 de abril de 2014

¡Es ahora, es el momento! ¡Buenos días!

Más no es momento de quejas
ni de feas respuestas.
Nada de dolores extremos
ni cansancios diversos.
Es hora de agarrar el tiempo,
de sacar talento.
Disfrutar de la vida,
romper esa brida,
la que nos ata,
la que nos mata.
Usemos nuestra imaginación,
no cualquier tiempo fué mejor.
Es ahora, es el hoy,
es el instante,
usa la imaginación.
¿Que te gusta? 
¿Que te llena?
De nada está hecho el vacío,
que el vacío no llene tu tiempo.


Mar, rosa azul.

¡Buenas noches!

Una chispa de alegría, 
cual gota de rocío en la mañana.
Unas sonrisas agolpadas,
como ramo de flores regaladas.
Un amanecer, 
un suspiro, 
un nuevo comienzo contigo. 
Es como un sueño tenerte, 
la rutina cambiada, 
alumbrada por tu brillo.
Gracias por esas sonrisas, 
ese apoyo, ese alivio.
No sé seguir sin tu aliento,
sin tu ánimo.
No te  olvido. 
Y cuando llegue la noche,
los dos en un sueño,
cerca de las estrellas
en un paseo.
De nube en nube a saltos pequeños
hasta quedar sin resuello,
Y descansar acurrucados,
mecidos en el cuarto de luna, 
su regazo, nuestra cuna.



Mar, rosa azul.