jueves, 27 de noviembre de 2014

Mi pequeña luz

Mi pequeña luz, el primer recuerdo de un bebé, la que me dió la primera lección de como empezar a madurar, de como hacerse mayor.
Mi primer recuerdo en los brazos de mama, caminando hacia el portal 28.
Curiosidad por verte, de sentir como era observar a un bebé que ya era parte de mi.
Y los recuerdos se agolpan entre regalos furtivos y fiestas sorpresas con los mínimos recursos y un montón de emoción para que tu no perdieras esa ilusión de infancia. Descubrir un día que una locura puede convertirse en tu madurez prematura. Descubrir que a los amigos se les ayuda a pesar de todo y que tu mente podía ser capaz de hallar recursos cuando los necesitabas. A pesar del susto, a pesar del sufrimiento, hoy solo puedo recordar con una sonrisa aquella pequeña-gran aventura y de lo orgullosa que me sentí de tu razón al cometerla. Eso si, mi alma se rompió en mil pedazos y se me encogió el corazón durante una tarde, eterna, pero con final feliz. Por eso hoy puedo recordarla en la lejanía con orgullo de aquello que hizo a mi pequeña dar un paso hacia la madurez.
Y aunque sé que siempre llevas a aquella niña en tu interior, aquella que llevamos al zoo con 8 años, veo en ti a la gran mujer que eres hoy, a la que lucha por lo que es suyo, a la mamá orgullosa y feliz y a la que sigue luchando día a día por el lugar que quiere tener en su futuro.
Hoy puedo decir bien alto y fuerte que estoy orgullosa de mi pequeña luz y que siempre estaré a tu lado porque sé que te quiero con toda el alma.
Hoy cumples un año más y mi deseo es que cumplas tus objetivos en la vida, que te superes como estás haciendo día a día y que en cada momento de oscuridad tengas claro que nunca estarás sola, que una estrella brilla por ti en lo más alto y que puedes contar conmigo, siempre.
Felicidades hoy y felicidad siempre Raquel.

                

              Te quiero mi pequeña luz, mi niña.
             
 

Mar.

domingo, 16 de noviembre de 2014

La soledad

Amparada en el silencio de la noche
retomando hábitos abandoados,
entre insomnio y letras desgastadas.
Asi me hallo.
Envuelta en el halo del dolor,
de la fatiga extrema sin justificar
y el absurdo temor al no retomar,
al no retornar a la normalidad.
Y en lo más profundo de mi ser
me siento inusitadamente dichosa,
con mucho que agradecer
a la vida, a mi gente,
a los pequeños placeres
que aún me hacen sonreír,
o reír, o carcajear,
o simplemente disfrutar de mi tiempo.
Ese tiempo del que se compone la vida,
que no se detiene y se acaba.
Por eso medito
en el silencio de la noche,
de todas las noches de soledad
porque:
"La soledad no me debilita, me fortalece me llena de algo extraño que me nutre, de noche me habla, me cuenta cuentos, historias que son verdad."
Palabras certeras 
de Chavela Vargas,
con sentimiento
y verdad, mucha verdad.



Mar, rosa azul.