lunes, 18 de noviembre de 2013

Un jardín entre la niebla III

Visité a mi abuela, hice una escapada rápida solo para dar un beso a mi mamina, sacar una sonrisa de nuevo al Alzheimer y me sorprendí. Esta vez fue la misma mamina la que le sacó una sonrisa a su enfermedad y me la regaló.
Mamina me conoció al llegar, y como hubiera hecho entonces, cuando no existía su enfermedad, con la mente muy lúcida me recriminó no ir a verla más a menudo.
Me besó, sonrio, me dijo lo guapa que estaba y añadió: "Hay hija que poco vienes a verme".
¡Tan real como la vida misma!
Mi mamina sigue recordando, sigue luchando contra su enfermedad, al igual que yo con la mía, esa que me impide ir a verla más a menudo.
Fueron solo 20 minutos, intensos, en los que participó en una conversación familiar. Escuchaba, asentía y dejó ver su genio una vez más, diciendo: "A ese, una buena patada en el culo" cuando contábamos del orgullo y prepotencia de un allegado que nos trae de cabeza.
La despedida fue real, como sus recuerdos:. Su cara, su expresión, su lucha:

-¿Ya te vas?
  -Si mamina, tengo que irme.
-¡Pues ven mas pronto a verme!
  -Te prometo que vengo esta semana a verte, y con más tiempo.
-Vale, no tardes.

Y con esa emoción, esa energía y su bella sonrisa me marchë.

Haré todo lo que posible por volver esta semana. Solo espero encontrar a mamina, no ver la cara del Alzheimer. Si es así, volveré a sacar una sonrisa a esa enfermedad y entraré a buscarla en ese mundo en el que estará inmersa.

¡Un momento para formar recuerdos nuevos para mamina y volver a ver esa sonrisa en su bello rostro!

                       
Mar, rosa azul.