domingo, 28 de julio de 2013

Un nuevo proyecto: "un jardín entre la niebla"

Una nueva vida le surge en el día a día, la antigua ya la perdió. De entre sus manos nace una nueva a la que se aferra, sin fuerza pero con ganas. Disfruta, o eso quiero creer, de esos pequeños que sin saber que son sus bisnietos son los únicos nombres que a veces, solo a veces recuerda y que sus rostros parece no borrar. Entre pastillas, enfados y murmullos va caminando su mente y espera que entre todos los que la rodean a alguien conocido, sin saber que todos y cada uno de ellos son sus más allegados, aquellos que nunca la abandonaron ni la abandonarán. Y ahora en estos días en los que ella cree estar sola y a su mente le cubre una niebla que no la deja recordar, ahora, es cuando más acompañada está. Vivir en su día a día es muy duro, lo veo reflejado en el rostro de sus hijas, en las nietas que están junto a ella pero no se rinden y tampoco ella. Por eso quiero agradecerles su sacrificio diario, su enorme paciencia y decirles que las quiero con locura, siempre las quise, ahora además tienen mi absoluta admiración.
A mí que no estoy todos los días con ella, me resulta más fácil disfrutar de sus sonrisas y ver el lado bueno de las cosas. 


       

En los días que puedo pasar junto a ella me he dado cuenta que tengo la facilidad para sacarle una sonrisa, de hacer que ría a carcajadas e incluso de recibir advertencias subliminales: "eh! Tengo Alzheimer pero no soy ingenua, solo perdí la memoria" 
A veces la tratamos como una niña porque se comporta como tal pero ¡cuidado! si se da cuenta puede lanzarte un sin fin de insultos que podrían romper todos los protocolos, hasta los de una convención de los mejores insultos. Como dice mi madre, su hija: "insultar se le da de maravilla" ¡No es fantástico! ¡Hay cosas que recuerda!
Anoche tuve la oportunidad de pasar un rato largo con ella y cada vez me resulta más vital sacarle una sonrisa. Las anécdotas son imprescindibles y las acumulo como un tesoro para recordarla feliz y luchadora.
A partir de ahora esas anécdotas las compartiré con vosotros, todos aquellos que entráis en mi vida de algún modo u otro a través de mis letras.


      

"Un pequeño jardín entre la niebla", ahí acumularé todas las sonrisas que de algún modo comparto y disfruto con mi gūeli, mi mamina. Por diversos motivos que la vida nos pone en el camino me crié con mi abuela materna a la que llamaba mamá aunque siempre fui consciente de que era abuela, nunca dejé de lado ni quise menos a mi madre. Resultó que cuando se juntaban las dos y decía mamá, las dos se giraban a la vez y yo me sentía mal porque no quería hacer de menos a ninguna, a si que empecé a llamar a mi madre mamá y mi gūeli mamina. Hoy en día muchas veces llamo a mi madre mamina. La frontera entre los dos quereres es muy fina, nunca la percibí.
Nunca fuí capaz de elegir a una de ellas como la que más quería, nunca lo seré. Solo sé que mi mamá es una luchadora incansable por los suyos y que la vida no le dió nada regalado, es mi ejemplo a seguir. Se merece un espacio aparte (y lo tendrá) y mi mamina fué la que me crió, enseñó y lucho conmigo en mis 12 primeros años de vida, el genio y el carácter personalizado. 

¡Las adoro!


Mar, rosa azul.

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